José Luis Camacho Acevedo.
Después de la Suprema Corte declaró inválida la primera parte del Plan B promovido por el presidente López Obrador, por presentar evidentes fallas cometidas en el proceso legislativo, de produjeron reacciones de prominentes personajes afines a la 4T, que, la verdad sea dicha, parecieron sobredimensionadas y agresivas.
Y ese tono discursivo refleja ya una profunda preocupación del grupo en el poder por el momento de debilidad que vive el actual gobierno.
Ayer en su conferencia mañanera el presidente López Obrador descalificó, con una rudeza innecesaria, a los nueve ministros que votaron a favor del proyecto presentado por el ministro Pérez Dayan. El mandatario les dijo a los juzgadores hasta de lo que se iban a morir.
Esa condena presidencial era una narrativa altamente predecible.
Pero la invasión a la división de poderes del secretario de gobernación, Adán Augusto López, además de adjudicarles fuertes y denigrantes calificativos, les advirtió a los ministros que se verían en el Plan C que se realizaría en las urnas.
“Nueve ministros pasaron por encima de la voluntad democrática expresada por los representantes populares. No hay de otra: Plan C en las urnas”: Adán Augusto dixit.
Siempre el habitante del palacio de Covián ha sido el conductor de las relaciones de concordia y diálogo entre los principales actores políticos del país.
Mario Delgado fue uno de los personajes de la 4T que se mostró más alterado.
Nervioso, alterado, sin mesura política, se lanzó contra la decisión de la Corte con adjetivos de hígado y no con razones sólidas.
Sus declaraciones nunca fueron las de un dirigente político que busca una competencia democrática civilizada, sino que sus agravios se manifestaron solamente como las de un servidor incondicional del poder en turno.
Lamentable, otra vez, Mario Delgado.
En otra latitud desconcertada de la 4T se dio la embestida que la Corte sufrió desde la Consejería Jurídica de la presidencia a cargo de María Estela Ríos González.
El agudo columnista Francisco Garfias reseñó esa narrativa de manera puntual:
“La víspera de la histórica sesión en la Corte hizo público un comunicado en el que aseguró que, al invalidar la primera parte del plan B, los ministros se adjudican atribuciones que son del Poder Legislativo.”
La percepción que se tiene de esas sobredimensionadas reacciones de la 4T al conocer el revés a la primera parte del Plan B, más que fueron actitudes esperadas, son señales que en los altos círculos de la 4T se tienen ya peligrosas de que están al borde de un ataque de nervios.
Y en política, regularmente, el que se enoja, o se desconcierta, pierde.
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