La producción y la reproducción de coyuntura en el partido Morena en poder de la República para 2024
En la “última cena entre cuates” como llamó el presidente Andrés Manuel López Obrador, a la reunión que sostuvo con sus cuatro “corcholatas”: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Adán Augusto López, acompañados de un grupo de convidados de piedra, entre ellos el dirigente nacional del partido guinda, Mario Delgado, se impuso una nueva regla a la elección de candidato presidencial de Morena para el proceso electoral 2024. La cimiente de una coyuntura del proceso.
El detalle que podría generar duda en la relación entre los contrincantes, es que el mandatario nacional exhortó a sus más cercanos seguidores y suspirantes a signar “un compromiso” de que mantendrán la unidad aunque el resultado de la encuesta “seleccionadora” no les favorezca. Una especie de salida airosa hasta pueril a un problema harto complejo.
El hecho de que el residente de Palacio Nacional tomará a partir de esa noche las riendas de la elección del abanderado para la sucesión y que su partido en el Poder de la República, ratifique su triunfo, resulta importante para evitar que se desborden los ánimos y sobrevengan los conflictos internos, hasta una implosión, es la prueba ineluctable de que la “unidad deseada” está siendo ausente entre los cabecillas guindas, el caso Coahuila les resulta más ilustrativo que del Estado de México.
La primera acción ordenada por AMLO, separación de los suspirantes a sus cargos a fin de poner el “piso parejo”, como venía “pidiendo” el canciller Marcelo Ebrard desde varias semanas, resulta de “alto riesgo” porque en terreno abierto y sin los recursos que venían manejando los cuatro favoritos, los destapados del presidente López, sus promociones podría sufrir bajas, siendo así, el freno de mano más significativo como la posibilidad de recrear un escenario para posibilitar el debate interno.
Sin embargo, en el nuevo escenario que se estará produciendo, como reproduciendo, desde el próximo lunes 12 de junio con la renuncia de Ebrard Casaubón a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, y la presentación de la solicitud de licencia de Ricardo Monreal Ávila al Senado, emergerá el juego de intereses de las partes y los conflictos en la búsqueda de la posición. Podría sobrevenir la “llamada unidad” en las filas del partido guinda como la “radicalización de los enfrentamientos”.
La renuncia a los cargos es condición sine qua non para los aspirantes. El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, el presidente del Consejo Nacional de Morena, aseguró que pedirá formalmente a las corcholatas tras la sesión del domingo, renunciar luego de definirse los detalles de la encuesta seleccionadora del abanderado presidencial para relevar a López Obrador.
Es posible que está medida esencial para la producción de la unidad en Morena, se reproduzca en las nueve entidades donde habrá elecciones concurrentes a la presidencial para obtener gobernadores; donde está Guanajuato gobernado por el panista, Diego Sinhue Rodríguez, se exija a los suspirantes a la candidatura de Morena a la gubernatura dejar sus “cargos” para poderse inscribirse en una #Encuesta Selectiva.
Sería interesante conocer si Ricardo Sheffield Padilla, titular de Profeco, Mauricio Hernández Núñez, delegado de Bienestar en Guanajuato, Ernesto Prieto Ortega, director general del Indep y la senadora Antares Vázquez, dejarán sus posiciones para buscar la representación por el gobierno del estado en manos del partido conservador, Acción Nacional. El juego político de los morenistas adquirirá sentido democrático cuando se produzca en lo nacional y se reproduzca en local, nueve entidades.
En la coyuntura que emerja antes, durante y luego del mes de septiembre, de definición del abanderado de los morenistas, se deberá de ofrecer a los del Partido del Trabajo (PT) y Partido Verde Ecologista de México (PVEM) para la integración nuevamente de la Coalición Juntos Haremos Historia, pues allá existe la pretensión de Gerardo Fernández Noroña del PT y Manuel Velasco del PVEM, autoconsiderados corcholatas, los cuales no fueron invitados para compartir “el pan y la sal” en la cena del señor; podrían creerse también de las corcholatas destapadas; pero de otras marcas: satélite o patito.
Unidad o enfrentamiento, será la condición que tendrá que lidiar la nomenclatura del movimiento-partido para la sucesión presidencial, una coyuntura que deberá aprovechar la oposición formal integrada por el PAN, PRI y PRD, los perdedores del domingo pasado en el Estado de México, pues el triunfo regional del PRI en el estado de Coahuila no les servirá para pretender “cuadrar el círculo” ni para dirimir la derrota; pues palo dado ni Dios lo quita. Más le vale a Marko Cortés, Alejandro Moreno “Alito” y Jesús Zambrano, concebir la nueva realidad y la coyuntura que les ofrezca Morena de donde saldrán chispas antes que humo blanco.
Topografía.
Agrimensura. Sin referentes
Todo apunta a que, más preocupada por apuntalar la grilla de los morenistas contra alcaldes del estado de Guanajuato que no comparten filiación con el partido gobernante en México, la directora del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la coahuilense Olga Adriana Hernández Flores, no pone atención suficiente a uno de los problemas que afectan el patrimonio cultural de los guanajuatenses: el robo de arte sacro.
Resulta que, a una petición de acceso a la información sobre el número de casos que se han registrado de robo de arte sacro entre 2015 y 2023, realizada por el diario de circulación nacional, El Universal, el INAH, solamente reporta 29 casos en 7 estados de la República, destacando Guanajuato con 4 de ellos.
Esta información, fue elaborada con datos proporcionados por cada Centro INAH a su dirección general. Así, en el caso guanajuatense se indicó del robo de arte sacro (4 casos) en los municipios de San Luis de la Paz, San Miguel de Allende, Doctor Mora y en Celaya, sobresaliendo la curiosidad de que San Isidro Labrador fue uno de los santos predilectos de los rateros, pues se llevaron objetos de lugares para su culto en San Luis de la Paz y en San Miguel de Allende.
De acuerdo con la información dada por el INAH, entre lo robado hay cuadros al óleo, campanas, cristos, relicarios y más. En todos los casos, también se añade que las investigaciones no han podido dar con los responsables y sólo en uno, fue posible encontrar lo robado, porque se halló, por casualidad, en un vehículo abandonado en una gasolinera.
Siendo tan pocos los casos reportados por el INAH, como en el resto del gobierno federal, resultó que también se tienen “otros datos” diferentes a la realidad.
Por ejemplo, hay registros de más robos en Salamanca, San Francisco del Rincón y León, por parte de la iglesia católica, por citar algunos.
La Arquidiócesis de León, junto con el propio Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, señalan que los robos son muchos, pero que no se atienden con puntualidad en la Fiscalía General de la República ni tampoco hay un adecuado registro de los bienes por parte del INAH, que no llega a los templos más recónditos de la entidad donde también hay imágenes elaboradas desde el virreinato.
En su oportunidad, Juan Alcocer, siendo director de Cultura estatal, indicó que en su dependencia se hacía el trabajo que el INAH no atendía en Guanajuato, catalogando las piezas de arte sacro, y que ya tenía más de 5 mil fichas de objetos varios en los municipios de Irapuato, Guanajuato, Acámbaro, Salvatierra, Salamanca, Pueblo Nuevo, Huanímaro, Valle de Santiago, Yuriria, San Miguel Allende, Cortazar, Jaral del Progreso, Cuerámaro, Abasolo, Pénjamo y San Luis de la Paz. Información disponible al INAH, pero instancia que se señalaba como responsable, junto con la hoy FGR, de preservar dicho patrimonio y perseguir su robo y la venta ilegal.
Olga Adriana Hernández Flores, bien podría aclarar cómo es que en casi 8 años sólo ha registrado su delegación apenas 4 robos, cuando en las páginas de nota roja no faltan las denuncias de hurtos en iglesias y pérdida de imágenes antiguas. Pero, sobre todo, cómo es que no ha ofrecido las respuestas ante las carencias del INAH en Guanajuato.
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