Ocho de Marzo y las mujeres reclamarán igualdad y fin de la violencia, mientras la 4T celebra a sus funcionarias
Ha llegado el 8 de marzo y otra vez las mujeres tomarán las calles para protestar contra la violencia y la desigualdad que anida en la sociedad mexicana contra ellas. La fecha es una conmemoración, promovida por la Organización de las Naciones Unidas, para resaltar la discriminación que sufren en todo el orbe y empujar las políticas públicas necesarias para hacerle frente.
Sin embargo, en México en el gobierno federal no se ve así. El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, altamente cuestionado por diversos grupos de mujeres por su gran conservadurismo respecto a los problemas que viven las féminas, ha preparado un “festejo” para ellas en Palacio Nacional, según advierten las primeras informaciones sobre ello y en consonancia con lo hecho en años anteriores. Para la celebración reunirá a las mujeres de su partido, de su gabinete legal y ampliado, legisladoras, alcaldesas y gobernadoras, para resaltar los “logros” de su administración en favor de la mujer.
Sería interesante conocer los puntos de vista de las senadoras como Antares Vázquez o Malú Micher Camarena, de diputadas como Hades Aguilar, Alma Alcaraz o Irma Leticia González, que seguramente fueron invitadas a la celebración, respecto de lo que se diga en Palacio Nacional y lo que ellas replican en el estado de Guanajuato sobre la violencia de las mujeres, claro, con explicación añadida de las ominosas vallas contra sus compañeras de género. El año pasado, se vio a varias de ellas con AMLO.
Pero afuera de este ambiente “paterno” del presidente con las mujeres morenistas, se han levantado vallas de grueso hierro de 3 metros de altura, a fin de frenar los avances y protestas de miles y miles de las mujeres que marcharán para protestar contra el grave estado de cosas que les afecta en México.
Como símbolo de la inconformidad de las mujeres contra el Estado mexicano ya han levantado un monumento efímero en la plancha del Zócalo con una cifra: 17 mil 138, que son los feminicidios cometidos en México durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador; reclamo ante la carencia de una Política de Estado que “transforme” a la sociedad e inhiba la violencia asesina contra ellas. A lo sumo se han generado acciones reactivas, como legislaciones de orden penal para castigar con mayor severidad a los agresores, pero que no han alterado la tendencia de crecimiento en la violencia por la condición de género.
La diputada indígena oaxaqueña, Eufrosina Cruz Mendoza, resalta las movilizaciones nacionales, pues visibilizan las agresiones al “gritarlas, denunciarlas”, afirmando que “duele ser mujer en nuestro país, donde varias mujeres son asesinadas diariamente, niñas aún son entregadas en matrimonio y somos el primer lugar internacional en pornografía infantil. Un país donde el problema es que no nos escuchan. Creen que es chisme de viejas, como ellos dicen. Cuando una mujer denuncia es porque ya siente el miedo, es porque ahí está ya el rostro de la muerte”.
En Guanajuato donde el problema es atroz, sobresalen las marchas en León y en la capital, punto donde desde temprano en el Teatro Juárez se acumularán diversos grupos para desarrollar actividades de orden cultural y de denuncia. Se sabe que otra vez habrá tendederos para colocar ahí las denuncias contra quienes acosan y lastiman, aunque esta vez con un tema añadido, las experiencias de muchas de ellas en torno al aborto, derecho no reconocido en la entidad. Siguen pendientes las políticas locales de fondo.
En León, la marcha focalizará su atención a los feminicidios de los últimos días, donde inclusive con denuncia ante la Fiscalía General del Estado, una de las víctimas, Abril Guadalupe, fue dejada a su suerte; y de remate, el titular, Carlos Zamarripa Aguirre, la revictmiza al señalar que fue decisión de ella no seguir con su denuncia, lo que demuestra que al no protegerla, no aplicó la fiscalía la perspectiva de género. Fue el actuar de la burocracia indolente lo que también emerge.
Hoy las mujeres gritarán otra vez. Ya va siendo hora de que se les escuche con respeto e inteligencia. De lo de Palacio Nacional, para ellas no hay Cuarta Transformación, sólo vallas, pues ya se sabe el pretexto, se manifiestan para fastidiar al presidente tabasqueño, el complot pues.
Topografía.
Planimetría. Narcos a dos fuegos
Si con esa respuesta de horas, un par de días, en que respondieron las autoridades mexicanas a la exigencia del Gobierno de los Estados Unidos para esclarecer el caso de cuatro ciudadanos norteamericanos levantados por el crimen organizado, el Estado Mexicano, reaccionara a la demanda de familiares y de los colectivos de búsqueda de miles de personas desaparecidas otro gallo le estaría cantando a los mexicanos, porque se pudiera abatirse la impunidad en las 32 entidades del país.
En esta tesitura, y en el marco del conflicto bilateral suscitado entre los gobiernos de México y de Estados Unidos, debido a las medidas que pretenden aplicar legisladores estadunidenses con una iniciativa para que las Fuerzas Armadas de aquel país proceda contra nueve cárteles mexicanos por su manejo del fentanilo y sus derivados que ingresan a la Unión Americana y suponen una amenaza a su Seguridad Nacional, resulta ineludible que los presidentes, Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden, consientan de que el narcotráfico es un "problema orbital".
No encarna un rasgo singular de una entidad-nación sino un complejo sistema de producción, distribución, venta, disponibilidad y el consumo de las personas. En consecuencia, a los dos gobiernos se les presenta una oportunidad sorprendente para concebir un gran proyecto regional contra el narcotráfico que podría superar la óptica inmediatista de que el problema es el efecto que genera y la causa el ingreso de drogas al territorio donde la demanda de la gente supera la oferta del producto. Se requiere de disposición política y mesura y capacidad de las partes.
No es la primera vez que la relación bilateral de los dos países vecinos supera las adversidades, aunque es menester mencionar que muchos asuntos sensibles no reciben el tratamiento de los gobiernos para darles salida. No se puede soslayar que, en otros momentos, la relación entre las partes superaron los graves problemas, el Tratado Trilateral de Libre Comercio de Estados Unidos, Canadá y México sirvió para imponer un orden en la zona comercial más importante del orbe, donde nuestro país has encontrado un lugar que necesita fortalecer para recrear su futuro.
Más allá de los tratados internacionales que se requieren para imprimirle sentido a la relación bilateral, se puede aprovechar el T-MEC, para que se adelanten las respuestas racionales que desactiven esa serie de discursos que sugieren que los estadunidense y los mexicanos estuvieran a punto de “romper relaciones” porque los narcotraficantes de este lado no pueden estar en la mira de las Fuerzas Armadas de quienes consideran que las drogas que ingresan a su país envenenan a su población en especial sus jóvenes; hora de reflexionar la cuestión.
Si las organizaciones de narcotraficantes estuvieran entre dos fuego, de los dos gobiernos ¿No resultaría más efectivo para los intereses de las administraciones, de Biden que no quiere más fentanilo en su país y de AMLO que busca la paz social prometida en 2018 a sus representados?
Al calce. Al gobierno mexicano que “se le acaba el tiempo” porque en el territorio nacional los procesos electorales 2023 y 2024 se aceleraron debido a que su partido, Morena, en Poder de la República, pretende a toda costa mantenerse, cree firmemente que la propaganda representa el instrumento fundamental para tal propósito, debiera aprovechar esta coyuntura internacional para de una vez por todas producir la repuesta, para encarar la inseguridad e impunidad y suministrar seguridad púbica.
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