Morena “más fuerte…” pero tendrá que llevar sustituto de AMLO al proceso electoral en 2024
Pareciera que el tiempo no hubiera transcurrido, los sesenta meses se congelaron porque el discurso del cabecilla de Morena, Andrés Manuel López Obrador, no consiguió evolucionar durante los más de cuatro años en poder de la República. En la fiesta del quinto aniversario de su victoria electoral se podría aseverar que la noche del primero de julio del 2023, el primer presidente de México de un partido de izquierda empezaba a bajar la cortina del sexenio 2018-2024, al que aún le faltan catorce meses.
El presidente, López Obrador, adelantó esa especie de cumplimiento de sus “promesas en campaña” y de los inicios de su gobierno; aunque las principales todavía están pendientes como la Paz Social al terminar con la inseguridad, violencia e impunidad y suministrar la seguridad pública. El sábado, el dirigente del Movimiento Regeneración Nacional, ante sus seguidores simpatizantes, detalló que en su sexenio se cumplieron tres promesas: nuevas obras públicas, más austeridad y menos corrupción.
Una síntesis de un sexenio inconcluso como la autoproclamada Cuarta Transformación de México, “antes del juicio histórico”. Un anticipo del residente de Palacio Nacional que adquirió sentido con la presencia de las cuatro “corcholatas” más dos, en el acto del Zócalo de la Ciudad de México, a fin de apoyar la campaña del proceso de renovación de la abanderada (o) presidencial del partido guinda para la elección de 2024.
La estrategia del éxito del movimiento como de Morena, reiteró AMLO, ha resultado el acercamiento con el pueblo y debido a ello el movimiento fundado en octubre de 2011 y convertido en partido político en el 2014, “está más fuerte que nunca”. Aunque al tabasqueño le faltó participar a sus partidarios e incondicionales sobre ¿quién llevará la estafeta después de él para conseguir la permanencia de Morena en el poder de México para el sexenio 2024-2030? El detalle, posterior al retiro público del cabecilla.
A la admiración, hasta el grado de adulación, “ganado” por López Obrador en parte de su público, sobrevendría un corte de cordón umbilical harto complicado, y cuando les cambien a sus seguidores, partidarios y simpatizantes la figura que por quince años veneraron será bastante violento; la entrega de un nuevo personaje como Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández o Manuel Velazco, podría producir el rechazo inmediato hasta la ruptura no calculada; la psicología de masas, puede dar la respuesta.
Máxime que el dirigente del movimiento-partido en donde los dirigentes formales como Mario Delgado resultan simples floreros o partes de una burocracia que le quita fuerza y tampoco podría redireccionar el rumbo con un nuevo cabecilla que no sea el macuspano. Esa pesadilla está a la vuelta de esquina como el proceso de elección de abanderada (o) de oposición, Frente Amplio por México, del PAN, PRI, PRD y la sociedad.
La presunción del 60 por ciento de aprobación del “pueblo sabio” a la actuación de la administración pública federal que preside Andrés Manuel López Obrador. Será más que apoyo un reto para quien resulte la o el, representante del partido guinda en el proceso electoral 2024, que inicia antes de las fiestas decembrinas, cuando los morenos verán al presidente de la 4T sufriendo las de Caín con su reemplazo tras el poder.
Topografía.
Altimetría. Dos si quieren por el Frente…
En busca de un candidato que aglutine a la mayor parte de la población electoral en oposición al candidato que emane de Morena y el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, con su "autollamada cuarta transformación", los partidos que conforman el Frente Amplio por México, PAN-PRI-PRD, en alianza con varias organizaciones sociales han conjurado un método para lograr su abanderado, que deberá reunir en un mes el apoyo de 150 mil ciudadanos de todo el país.
Este simple requisito, no tan complicado de lograr para quien busque una candidatura presidencial, pues se supone que no arrancan de cero en sus ambiciones políticas, ya cumplió con parte de su propósito: “espantar” a aquellos aspirantes dentro de los partidos que conforman la alianza y “liderazgos” desde la sociedad civil que coquetearon con la idea de llevar candidatura.
La mayoría de quienes se han “bajado” en la última semana de sus pretensiones presidencialistas, a saber: Lilly Téllez; Claudia Ruiz Massieu; Mauricio Vila Dosal, Gustavo de Hoyos, Alejandro Murat, lo han hecho criticando el método de elección, acusando control de los partidos políticos o, como el caso del gobernador panista de Yucatán, Vila Dosal, bajo el mero argumento que tiene tarea en su administración.
Pero nadie de ellos, hasta ahora, reconoce que no cuenta con la fuerza política para demostrar su potencial como candidato. Inclusive, en el caso de Claudia Ruiz Massieu, ha hecho su carrera y fortuna política al amparo de su familia: los Salinas y Ruiz Massieu, sin haber probado el sabor de la tierra en campaña.
Es cierto, detrás del método, que no es por voto directo como reclama Alejandro Murat, subyacen los intereses de los partidos políticos, pero ninguno de los aspirantes que se han bajado pueden considerarse noveles o ingenuos para no percibir que eso era parte de las reglas no habladas en el proceso. Murat en Oaxaca, pretendió imponer su candidato y perdió el estado; Claudia Ruiz perdió, como dirigente del PRI, la elección presidencial 2018; Lilly Téllez llegó a su senaduría por Morena y luego chapulineo al PAN; Gustavo de Hoyos fue presidente de Coparmex y ahí también hacen elecciones y acomodos de grupos; Mauricio Vila, por algo llegó a gobernador por encima de otros panistas.
Ahora, entre las bases se les señala por posiblemente poner sus nombres en la baraja para “vender” sus apoyos a quien resulte ganador de la candidatura y obtener beneficio en otras candidaturas o partidos. Este lunes, por ejemplo, Claudia Ruiz Massieu estaría renunciando al PRI junto con Miguel Ángel Osorio Chong, que también fue de los que entregó la presidencia de la República a Morena durante el 2018 y es investigado por "desviar 2 mil millones de pesos" como Secretario de Gobernación del sexenio pasado, de ahí su caída como líder senatorial del PRI mientras duró en el encargo.
Los que, si se quedan, porque ya lo dijeron abiertamente, son dos: la hidalguense Xóchitl Gálvez y el priista Enrique de la Madrid; la primera con emergencia rápida y sostenida de apoyos por todo el país; y el segundo, que se ha ganado el respaldo por varios sectores por su propuesta para 2024. Muchos especularon que de la Madrid se bajaría ayer, pero no fue así, al contrario, va a la contienda interna y en caso de no ser electo candidato presidencial ya declaró su apoyo a quien gane. Ellos ya le están invirtiendo y buscando los apoyos.
Hay un tercero que ya dijo que, si va, pero que lo está analizando. En la eterna contradicción. Es el panista guanajuatense, Juan Carlos Romero Hicks, único de Guanajuato, quien en las próximas horas debe declarar oficialmente sus intenciones. Experiencia electoral tiene, recursos tiene, ¿decisión?
Hay otros que restan por definir, como Beatriz Paredes; José Ángel Gurría e Idelfonso Guajardo, por anotar los más mencionados.
Más allá de la decisión, el juego ha robado interés del respetable al proceso de las corcholatas, donde hasta entre ellos se acusan de amaños y donde nadie se sale del guion impuesto por AMLO, disciplina con tufo de sumisión.
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