Nuestras acciones dependen de nuestras decisiones o de nuestros impulsos. Unas las pensamos y llevamos a cabo en forma consciente y las otras son reacciones sin que de plano tengas un mínimo de reflexión.
Pues las decisiones que realizamos tienen el ingrediente de la voluntad, lo haces porque quieres y puedes. Y al estar en éste territorio de la mente, le ponemos más o menos esfuerzo a lo que nos proponemos.
La vida es más fácil, para los que se esfuerzan, en cambio los comodinos que siguen la ley del menor esfuerzo, acaban por ser unos mediocres pasivos y sin gloria alguna consigo mismos. Igual empiezan una dieta y la dejan, van a hacer ejercicio unos días y pronto no continúan, se la pasan bebiendo y fumando, de fiesta en fiesta sin poderlo evitar, son dependientes y adictos a algo, porque no tienen la suficiente fuerza de voluntad para dejarlos.
Así que, si quieres prosperar y alcanzar tus objetivos, necesitas echarle ganas a lo que te propones, pase lo que pase, sea el que sea el obstáculo o el impedimento, hay que superarlo. Y eso se puede lograr a base de cultivar el esfuerzo.
El peor enemigo es la pereza, la fatiga, el cansancio, las ganas de no hacer nada. Y todo eso nos atrapa en un mundo en el que las cosas sólo fluyen sin que le pongamos de nuestra parte, lo mejor que tenemos.
Haz lo que puedas, pero hazlo. Aunque sea poco a poco, pero ve avanzando, lo que consigas ya es bueno. Un poco más que ayer, y mañana un poco más que hoy. Al fin y al cabo, es ir logrando mejoras paso a paso.
Se trata de vencer al ser pasivo que todos llevamos en forma latente en nuestra mente, al que se acostumbra a que lo atiendan, a no hacer nada por salir adelante y vivir como un vil conformista. El poder ejercitar, día a día, el esfuerzo es una conquista que nos estimula el gozo y la alegría de la satisfacción, de haber hecho algo más de lo que hacías antes.
A tiempo, un gesto de voluntad y con ganas suficientes nos va a permitir hacer muchas cosas, que hemos dejado inconclusas, como terminar los estudios, continuar la dieta, dejar de fumar, limpiar nuestros cajones y closets, ser más atento con los demás y en fin lograr todo lo que te haz propuesto.
Vale la pena grabarnos en la mente, que sí podemos, que hay mucho por hacer y que está en nuestra responsabilidad salir de la apatía y el letargo, en el que fácilmente podemos caer. Querer es poder, y cuando ves que si puedes, lo vas a seguir intentando una y otra vez hasta que lo logres. Prueba y verás.
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