El sábado, México y Estados Unidos anunciaron la firma de un acuerdo que busca evitar los recurrentes retrasos de México en el cumplimiento de su obligación de entrega de agua a través del río Bravo (o Grande), establecidos bajo el Tratado de Aguas de 1944.
La Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) informó que este acuerdo le otorga a México mayores herramientas y flexibilidad para cumplir con sus compromisos al inicio de cada ciclo quinquenal de entrega de agua, reduciendo las tensiones históricas en la región fronteriza.
Contexto del tratado y problemática de cumplimiento
El Tratado de Aguas de 1944 establece que México debe transferir 430 millones de metros cúbicos (o aproximadamente 350,000 acres-pie) de agua cada año a Estados Unidos, totalizando 2,150 millones de metros cúbicos (1.75 millones de acres-pie) al final de cada ciclo quinquenal. Este acuerdo permite a México diferir la entrega del agua durante los primeros cuatro años del ciclo, siempre y cuando complete el pago al finalizar el quinto año. Sin embargo, este esquema ha llevado a México a retrasarse repetidamente, bajo la esperanza de que fenómenos naturales como huracanes o lluvias intensas aporten el agua necesaria para cumplir el compromiso en el último momento.
Esta práctica, sin embargo, ha generado frustración entre los agricultores del sur de Texas, quienes dependen de un suministro de agua estable y predecible para sus actividades. En ocasiones, las lluvias han permitido a México cumplir en el último momento, pero en otros años la escasez ha complicado la entrega, afectando la agricultura y la vida en ambos lados de la frontera.
Herramientas y medidas para una entrega más eficiente
El nuevo acuerdo incluye herramientas que facilitarán el cumplimiento de México con sus compromisos, enfocándose en una mejor coordinación entre ambas naciones en aspectos como conservación del agua, reutilización, exploración de fuentes alternativas y otras medidas que permitirán una administración más eficaz del recurso en la región fronteriza.
Entre las nuevas medidas acordadas, destacan la posibilidad de gestionar el agua de manera más estratégica y la flexibilidad para hacer entregas en etapas iniciales del ciclo quinquenal. Esta estrategia no solo ayudaría a evitar tensiones con los agricultores estadounidenses, sino que también reduciría la necesidad de esperar condiciones climáticas favorables en los últimos años del ciclo.
Disputas y conflictos en el pasado: el caso de 2020
El conflicto por la distribución del agua no es nuevo. En 2020, una disputa por la entrega de agua se intensificó al grado de generar enfrentamientos violentos en el estado de Chihuahua. Ante la necesidad de México de cumplir con sus obligaciones, el gobierno mexicano intentó liberar agua de las represas en los afluentes del río Bravo, lo cual provocó la oposición de agricultores locales, quienes consideran este recurso como “nuestra agua”.
Durante esos enfrentamientos, cientos de agricultores mexicanos se opusieron a la intervención de la Guardia Nacional, desplegada para custodiar la represa La Boquilla y asegurar la liberación de agua para los Estados Unidos. Los agricultores tomaron control de la zona, quemaron vehículos, bloquearon vías ferroviarias y forzaron a los soldados a retroceder. Este conflicto también llevó a la ocupación de otra represa cercana al poblado fronterizo de Ojinaga, en un intento de los agricultores por retener el recurso para uso local.
Al final, como una medida temporal para evitar el incumplimiento del tratado, Estados Unidos permitió a México transferir derechos sobre agua almacenada en embalses internacionales conjuntos, lo que permitió evitar una crisis aún mayor en la región fronteriza.
Obligaciones y desafíos en la gestión del agua
Para cumplir con el Tratado de Aguas de 1944, México debe extraer agua de seis afluentes del río Bravo en territorio mexicano, lo cual genera tensiones entre la demanda local y las obligaciones internacionales. La creciente demanda de agua por parte de agricultores y comunidades en el norte de México complica el cumplimiento de los compromisos y genera presión en las autoridades para equilibrar las necesidades locales con los acuerdos internacionales.
A la fecha, en el ciclo actual iniciado en 2020, México ha entregado aproximadamente 525 millones de metros cúbicos (o 425,000 acres-pie), equivalente solo a una cuarta parte de lo que debe cumplir antes de que el ciclo termine en octubre de 2025. Esta cifra ilustra las dificultades para mantener el flujo de agua constante hacia el lado estadounidense y la necesidad de implementar las nuevas medidas acordadas en este convenio.
Importancia de la cooperación y el manejo de recursos compartidos
El acuerdo anunciado refleja un esfuerzo de cooperación entre México y Estados Unidos en temas de manejo de recursos hídricos compartidos, clave en un contexto de crecientes desafíos ambientales y de demanda de agua en la región. La implementación de estas nuevas herramientas y políticas de flexibilidad busca prevenir conflictos y asegurar un suministro de agua más estable, beneficiando a las comunidades y sectores productivos de ambos países.
Por Cadena Política
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