Aunque se haya hecho famoso en el mundo de la comedia, Jonah Hill ganó prestigio en Hollywood por encontrarle el mejor humor al drama del Oscar en El juego de la fortuna y El lobo de Wall Street. Y después de haber vivido los peores dramas del siglo, con la pandemia y las manifestaciones en contra del racismo y la violencia policial, al menos por un momento él dejó de lado la ficción, para hablar sobre la realidad de Hollywood detrás de la fama, destacando el valor de la familia y la amistad, para compartir los peores momentos.
¿Qué ves al mirar tu recorrido por el mundo del espectáculo como actor, director y productor de cine?
Siento que en los últimos 20 años pasé por la mejor escuela de cine, con los mejores directores y actores. Aprendí muchísimo, como para haber tenido el honor de llevar al cine mi primera película como director (Mid90s). Es algo con lo que había soñado siempre. Toda mi vida soñé con ir al cine y ver una película que fuera 100% dirigida por mí. Y sólo me quedan palabras de agradecimiento para los dueños de las salas de cine que todavía luchan por continuar los sueños de tantos otros actores y directores.
¿Después de todo lo que vivimos este año, cambió tu perspectiva del estilo de cine que te gustaría hacer?
Yo sólo quiero hacer cine sobre gente real, vidas, sentimientos, dolor, risas, euforia y agonía del ser humano, esperando que la gente también vuelva a ver cine, en una sala, en una pantalla gigante, como tanto nos gusta a todos.
¿Cómo viviste la pandemia?
Me la pasé todo el tiempo creando. Los productores de música suelen tener estudios de grabación lujosos, pero mis armas son mucho más simples. Ahora mismo estoy reescribiendo el guion de una nueva película y la vengo programando en tres actos distintos, diagramados en un tablero, en casa, con un lugar donde también guardo las ideas más locas que le van a dar gusto a la historia. No hay nada que me guste más en el mundo que crear algo. Y lo bueno de la pandemia es que se convirtió en un buen momento para soñar.
Después de haber visto cómo la gente se queja de la policía en Estados Unidos, ¿se puede hacer una película de humor, hoy, sobre ella?
Es una pregunta difícil. En el estudio de cine suele haber una persona que tiene el trabajo de darte un arma cargada con balas de fogueo. Y yo también entrené una vez con un policía para aprender a disparar. Pero me acuerdo que a la hora de recibir el arma, yo siempre insistía que no estuviera cargada de verdad, porque tampoco quiero morir (risas). No quería matar a nadie. Y esa persona era la encargada de que nadie muera. Es un trabajo muy serio, pero cada vez que me daba el arma, yo apuntaba a sus genitales y le disparaba, para asegurarme que nunca me diera un arma cargada, si él quería tener hijos algún día (risas). Las armas en un estudio de cine representan la energía más aterradora que pueda existir en cualquier rodaje.
¿Cuál dirías que es el factor más importante a la hora de hacer cine?
Lo importante es crear un ambiente donde la gente se sienta segura para intentar lo que sea. Es la única forma de que algo salga bien en cine, porque todos necesitamos sentirnos cómodos, apreciados y dispuestos a fallar. Yo ni siquiera me enojo si alguien tiene miedo de probar algo nuevo. La clave es simple: si es bueno, lo agregamos. Y, si es malo, lo dejamos afuera. Nadie sale herido. Es arte. Se supone que hay que intentar cosas nuevas, ser libres. Los actores interpretamos un personaje, no somos nosotros, a nadie le importa quiénes somos. Lo único importante es la persona que interpretamos. Será por eso que el cine es tan cool.
En el cine recién se habían estrenado Caracortada y La fuerza del cariño cuando Hill nació el 20 de diciembre de 1983 con el nombre de Jonah Hill Feldstein. La madre, Sharon Lyn, era diseñadora de vestuario y el padre, Richard Feldstein, trabajaba como contador con Guns N’ Roses. Pero Jonah se inclinó siempre por la actuación.
Soñando con ser guionista de Los Simpson, en la época en que todavía estudiaba en la Universidad, escribía sus propios guiones, para presentarlos después en el bar Black and White de Nueva York. Ahí se hizo amigo de los hijos de Dustin Hoffman, quien le dio la primera oportunidad en el cine en I Heart Huckabees.
Tuvo una aparición con Steve Carell en Virgen a los 40 y como el hijo de Adam Sandler en Perdiendo el control o Ligeramente embarazada, con Seth Rogen.
Finalmente, consiguió el primer protagónico junto a Michael Cera en Súper cool (basada en la vida de Seth Rogen y Evan Goldberg). Y, así como al principio escribía sus primeros trabajos, cruzó del otro lado de la cámara como productor, burlándose de los documentales con Sacha Baron Cohen y Bruno.
Para ese entonces, ya no quería dedicarse por completo a la comedia y había descubierto otra puerta del éxito, como la primera nominación al Oscar que obtuvo al acompañar a Brad Pitt en El juego de la fortuna, justo antes de una segunda nominación por el memorable rol de El lobo de Wall Street (donde apenas cobró el sueldo mínimo de 60 mil dólares).
¿Habiendo recibido dos nominaciones al Oscar por encontrarle el buen humor a los momentos dramáticos de El juego de la fortuna y El lobo de Wall Street, quiénes fueron tus mejores influencias a la hora de disfrutar el sentido del humor, en los peores momentos?
Mi madre es la persona más graciosa del mundo, aunque no quiera serlo intencionalmente (risas). Vengo de una familia fabulosa, somos todos muy unidos, incluso tengo primos venezolanos, también por parte de mi mamá. Entre nosotros nos reímos mucho. Ahora, yo realmente no me considero para nada gracioso. Pero en los momentos que estoy con amigos o familiares, supongo que la risa es bastante importante con la gente que amamos. Pero sí, yo crecí con una madre muy graciosa y supongo que a todos en mi familia nos gusta reír.
¿Sigues en contacto con los viejos amigos que conocías antes de ser famoso?
Sigo siendo muy amigo con todos mis compañeros de primer grado. Crecí en Los Ángeles y, como sigo viviendo en la misma ciudad, los puedo seguir viendo bastante seguido. Siento que nunca dejé ese mundo.
¿Y en Hollywood, es posible tener amigos de verdad?
Para mí, los buenos amigos están siempre cuando los necesitas. Son los que están, sin importar que te pares al lado, con sólo estar, es suficiente.
¿Qué pasa entonces con los amigos entrañables de un rodaje, que al terminar la filmación nunca más se vuelven a ver?
Es cierto, pero es algo que también pasa en la vida real, cuando los amigos con los que creciste no hablas siempre, pero sabes que si los necesitas, van a estar ahí. A lo largo de la vida conocemos personas, nos hacemos amigos y por alguna razón los dejamos de ver. Con Channing Tatum, por ejemplo, tenemos un estilo de vida muy ocupada. Él tiene su propia familia y los dos estamos siempre trabajando, pero no hay ninguna duda que somos amigos.
Con Channing Tatum filmaron la adaptación de la serie 21 Jump Street. ¿Ahora que las series son tan populares con Netflix y Amazon, cuál te gustaría adaptar para el cine?
La verdad, no quiero volver a hacer en cine ninguna otra versión de TV. No quiero pasar a la historia como el que vino con un montón de series de TV y las llevó al cine. Pero si alguien va a filmar un remake, siempre pensé que la comedia de los 80 Small Wonder podía llegar a ser muy buena en el cine, sobre una adolescente robot que vive en un clóset. Es algo tan extraño que me parece muy gracioso para filmar.
¿Y fuera del cine, qué estilo de series te gusta ver?
La verdad sólo miro documentales, me gustan las historias de gente real. Es algo que estoy seguro que también me ayuda con la actuación, ver gente de verdad, con historias verdaderas.
¿Alguna favorita?
Hay uno que se llama Mistaken for Strangers que trata sobre dos hermanos de una banda de rock independiente que se llama The National. Yo ni sabía quiénes eran, aunque son muy buenos, hay videos de ellos en YouTube. El documental está en Amazon y es una historia muy buena, sobre la relación entre los dos hermanos, bastante emocionante, pero también graciosa. Pero también espero que la gente haya visto la serie de los cuatro documentales Un-filtered de IGTV, en Instagram, porque... los dirigí yo.
Fuente Informativa: Excelsior
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