Ya quedo claro que existe un acuerdo formal, explícito, entre el Gobierno de López Obrador con los diversos cárteles de la delincuencia organizada que trasiegan y distribuyen droga en diferentes partes del país. El primer indicio de esta casi inimaginable perspectiva, fue la liberación de Ovidio Guzmán, decisión tomada en forma personalísima por AMLO, según el mismo lo confirmo. El segundo evento inédito, fue el saludo a la mamá del Chapo y hay mucho más. La forma como pide sean tratados los capos, abogando por sus derechos humanos, sin siquiera considerar el gravísimo daño a las victimas o la realidad de no haber realizado detenciones ni decomisos importantes. Sin embargo lo más significativo, grave y de la mayor relevancia para el país, es el acuerdo para entregarles municipios y regiones enteras a cambio de las tácticas ilegales electorales para que MORENA ganara las elecciones en múltiples distritos y en por lo menos 9 estados. Lo anterior incluye amenazas a lideres de la oposición, asesinato de 90 candidatos, secuestro temporal (desde horas hasta días) de cientos de promotores del voto y operadores territoriales, impedir la apertura de casillas, amenaza de votantes así como el robo de urnas. Todo lo anterior claramente tipificado como delito, con total impunidad e incluso con omisión de acción alguna en contra, por parte de la autoridad local. Evidentemente la Guardia Nacional no estuvo presente o intervino para impedir cualquiera de estos ilícitos. Además, muchos candidatos de MORENA recibieron cantidades importantes de dinero para fortalecer la campaña electoral para diputado federal, local, alcaldes y gobernadores. El narco fue el gran elector y naturalmente exigirá que se le paguen esas facturas desde la gestión gubernamental en cuanto tomen posesión. Eso se llama entregarles la plaza, para que hagan lo que quieran. Lo anterior es ya un hecho incontrovertible, ahora bien, ¿Qué vamos a hacer los ciudadanos? Una opción es no hacer nada, que nos gane el miedo, que nos sintamos incapaces, permitiendo que el país se vaya al nombre del rancho del Presidente. La otra es no aceptar ese destino maldito y organizarnos para “mayoritearlos” las próximas elecciones ya que millones siempre serán más que miles, los buenos somos mayoría. Y no soy yo, simple analista político el que puedo decir como, es más, seguramente no hay una ruta trazada y menos segura. Lo que, si se es que tenemos que ponernos a pensarla, a visionar el futuro y de inmediato a organizarnos para generar una estrategia, así como muy pronto ponerla en práctica. Colombia lo logro, ¿Por qué México no? Será necesario tiempo dinero y esfuerzo, sangre sudor y lagrimas. Nosotros, los que amamos vivir en un país de libertades, de democracia y que queremos el progreso para todos, vamos a impedir que este narcogobierno nos convierta en una sociedad sumisa y derrotada. Esa es nuestra tarea histórica hacia el 2030; manos a la obra.
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