Justo cuando Nicolás Maduro impone un veto de 10 días a la red X en Venezuela, un analista explica cómo tanto gobiernos democráticos como autoritarios se sienten amenazados por la libertad de crítica que permiten los dispositivos móviles.
Las guerras, invasiones, elecciones, cambios de gobierno, protestas y movimientos sociales han llevado a que mandatarios de todo el mundo repriman la libertad de expresión a través de dispositivos móviles y redes sociales, percibiéndolos como una amenaza a su poder e influencia política.
“Esto sucede cuando estos medios no se alinean con los intereses o desafían el establecimiento de las élites políticas, viéndose como un detrimento a su poder o autoridad. La crítica siempre incomodará a los gobiernos, ya sean democráticos o autoritarios”, señala Manuel Alejandro Guerrero, académico e investigador de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México.
Derecha o izquierda, las fuerzas políticas buscan una interpretación favorable de las reglas para crear una narrativa que se ajuste a sus intereses, situación que no es exclusiva de América Latina, sino que ocurre en todo el mundo, incluso en potencias como Estados Unidos, China, Inglaterra o Rusia.
Guerrero destaca que los medios digitales han facilitado la difusión de nuevas formas de pensar, la representación de intereses que no estaban bien cubiertos en los medios tradicionales y la participación cívica y democrática. Sin embargo, advierte que “son un arma de doble filo que debe usarse con mayor responsabilidad”.
Esta tecnología, aunque puede ser utilizada para propósitos opuestos, siempre estará influenciada por figuras polarizantes y altamente mediáticas. Guerrero menciona que la manipulación de estas redes revela los intereses geopolíticos de los gobiernos, lo que también puede representar un peligro para la población, ya que, en algunos regímenes, permite mayor vigilancia estatal o la formación de movimientos intolerantes hacia los derechos humanos.
Un ejemplo reciente es el caso de Venezuela, donde María Oropeza, colaboradora de la líder opositora María Corina Machado, fue detenida por criticar una campaña oficial durante las protestas contra la reelección de Nicolás Maduro. Oropeza registró en vivo su detención por militares a través de su dispositivo móvil, difundiendo el suceso en Instagram.
Venezuela, según Guerrero, ejemplifica los diferentes niveles de ideologías políticas en el mundo, así como los niveles de democracia. “Hay gobiernos como el chileno que respetan el Estado de derecho y los derechos humanos, mientras que otros, como el de Maduro en Venezuela o el de Ortega en Nicaragua, limitan la libertad de expresión y persiguen a periodistas”, afirma Guerrero.
Mientras Maduro impone restricciones digitales en Venezuela, otros líderes de izquierda, como el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, defienden el derecho a la libertad de expresión a través de medios independientes y redes sociales. Sin embargo, Guerrero considera que AMLO debería ser más prudente respecto a regímenes externos donde no se respetan los derechos humanos.
El expresidente estadounidense Donald Trump también ha buscado alternativas para difundir sus opiniones tras ser bloqueado de redes sociales como Facebook y Twitter. En respuesta, creó su propia red social, Truth Social, para continuar compartiendo sus mensajes.
Finalmente, el caso de TikTok en Estados Unidos ilustra cómo las tensiones geopolíticas pueden afectar la percepción de una red social. Aunque las autoridades estadounidenses acusan a TikTok de ser una herramienta de propaganda china, Guerrero sostiene que las preocupaciones son similares a las que se tienen sobre otras redes sociales, pero la falta de control sobre TikTok es lo que realmente inquieta a los líderes estadounidenses. Por Omar Zarate.
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