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"El Juego", por Daniel Rodríguez 18 de julio



Una vez pasada la euforia y el tiempo de respetar al campeón, caben destacar los importantes inconvenientes (acentuados en esta edición) de competir en CONCACAF para después presentarte a aspirar por unos cuartos de final de Mundial.


En primer lugar, hay que poner en perspectiva el nivel de oposición. Tomando como referencia el máximo escalafón de la Copa del Mundo, durante la Copa Oro, México enfrentó a dos selecciones mundialistas: Costa Rica, rival de cuartos de final, que fue lugar 27 en Qatar, y el local, que hizo la peor representación de un anfitrión en la historia de la competencia siendo último. Bien, pues aunque engañosa, hablando solamente de ese rubro, la estadística resulta escandalosa con el saldo de una victoria frente a Costa Rica para el pase a semifinales y una incómoda pero intrascendente derrota frente a Qatar.


Quitando a esos dos rivales, nisiquiera Panamá alcanza a representar una gran oposición para el escenario mundial.


Ésto se acentúa si recordamos que Estados Unidos prefirió jugarse el prestigio a un sólo partido de Nations League para no desgastar a sus mejores hombres en toda la Copa, y el líder de la eliminatoria pasada Canadá tampoco jugó con el representativos que si bien fue líder acabó penúltimo del Mundial sólo por arriba de Qatar (a propósito del tema de la oposición en la zona). Siendo así, México llegaba obligadísimo a llevarse el título con toda la presión que eso significa en conjunto del caótico contexto.


Revisemos ahora el tema de planteamientos. Durante toda la Copa, México jugó bajo la postura de ser el protagonista del juego con los rivales replegados esperando tomar por sorpresa al equipo mexicano. De todos los rivales, solamente Panamá fue capaz de quitarle la iniciativa al equipo mexicano en fugaces lapsos que rápidamente fueron contra-atacados con dos goles, uno de ellos, invalidado.


¿Qué representa ésto? La situación geográfica nos compromete a tener en agenda una serie de partidos de oposición moderada no sólo en Copa Oro sino también en partidos de eliminatoria mundialista y de Nations League a los que debemos añadir los juegos amistosos de Estados Unidos con rivales sin sus mejores representantes. Esto significa que tres de cada cuatro rivales que enfrentas no te preparan para los juegos de vida o muerte en competencias internacionales importantes. Mientras Panamá te juega una final de Copa Oro replegado, en el Mundial enfrentarás por lo menos un equipo en fase de grupos que te quitará la pelota y/o te contragolpeará con una descomunal efectividad y, en octavos de final, mucho peor. Y ya lo resintieron Osorio y Martino. Ambas gestiones iniciaron con el pie derecho inflando un globo de resultados positivos contra rivales de la zona y amistosos, cuando llegó Chile, Osorio se comió 7, después le vino Alemania y se comió 4, para acabar recibiendo 3 y 2 goles de Suecia y Brasil en el 3° y 4° partido del Mundial 2018. Mientras Martino levantó una Copa Oro y tuvo un par de años de bonanza para después enfrentar a Argentina en amistoso y perder 4-0 dando el banderazo de una inminente tragedia que acabaría con la Selección Mexicana eliminada históricamente en fase de grupos luego de tener la mejor racha de clasificación a octavos junto con Brasil en la historia moderna.


Y también lo puede llegar a sufrir Lozano si llega a ser el elegido. En Copa Oro, un hondureño o un panameño te puede ganar las espaldas y aprovechar una distracción defensiva para generar una situación de gol, sin embargo, muy probablemente fallará de cara al arquero, del otro lado, equipos como Uruguay, Holanda, Italia y hasta Alemania podrán ceder de inicio la iniciativa a un equipo mexicano cuya tradición es el trato de la pelota, sin embargo, aprovecharán la primera distracción para imponerse en el marcador y voltear la cancha con golpes efectivos. Incluso en la final, Lozano se dió el lujo de meter a Israel Reyes para cerrar el partido, y le salió. Esta situación podría ser un espejismo, pues aparentemente te sirvió en una final para levantar un campeonato, sin embargo, un equipo letal puede hacerte pagar cara la factura de apostar por defender el resultado. ¿Qué pasará si Lozano en un juego de eliminación directa, basado en esta experiencia decide exactamente lo mismo frente a un equipo top? Podría llevarse las mismas críticas que se llevaron el torneo pasado Paunovic u Ortiz por conservar el resultado.


Hay que reconocer las formas. Precisamente esa oposición te obliga no sólo a ganar la Copa, sino a hacerlo marcando diferencias importantes, y esa fue la principal palomita para Lozano, quien tomó a un equipo con tremenda crisis ofensiva para meterle cuatro goles a Honduras, tres a Haití y a Jamaica, y dos a Costa Rica. Además, exceptuando el partido vs Qatar, el equipo defensivamente fue impecable recibiendo solo dos goles y evitando el empacho que en otras ocasiones ha sucedido cuando equipos centroamericanos se cierran en estas competencias. Ningún rival se complicó demasiado y cada partido fue ganado con autoridad. Esa es la obligación y se cumplió.


Por eso es una gran noticia el regreso del equipo a la Copa América, mientras tanto, México necesita seguirse obligando a ganar con autoridad a los rivales de baja oposición y a gestionar en el corto, mediano y largo plazo una competencia que eleve el escalafón y represente una práctica habitual de élite que prepare a los seleccionados a los escenarios más complicados.


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