El recuento de los daños.
48 horas después, la hoguera está encendida y las aves rebolotean el sitio en el que Gerardo Martino dirige sus últimos juegos con la selección mexicana.
En 1998, 2002, 2006, 2010 y 2014 se llegó a la tercera jornada de grupos con 4 puntos, en 1994 con 3, y en 2018 con 6.
Es decir, que ya podemos afirmar que es el peor inicio de mundial en la historia reciente de la selección mexicana. Así de claro y desolador.
Un equipo que jugó con dos carrileros que entre ambos sumaron 1 sólo desborde efectivo en todo el juego vs Argentina; un equipo que en lo que vamos de Copa del Mundo no ha podido preocupar por un lapso de tiempo al arquero rival por ser inoperante y falto de claridad al ataque; un equipo que no tiene volantes llegadores y con presencia, porque si bien sobre los delanteros ha recaído la presión de la sequía goleadora, ni Chávez, ni Herrera, ni Guardado, ni Erick Gutiérrez han pateado a portería con peligro para el arquero rival; y un equipo que no está conformado por los mejores jugadores mexicanos disponibles.
Empecemos por el planteamiento. La mayoría de expertos aplaudieron el planteamiento de Martino, muchos incluso aplaudieron la flexibilidad táctica pocas veces mostrada. Y es que, en el imaginario colectivo, la línea de 3 provocaría solvencia en la zona baja y una salida clara, Gallardo y Kevin volarían por los carriles y tirarían algunos centros que preocuparían a Argentina, Lozano y Vega tomarían excelentes decisiones con el balón en los pies y buscarían permanentemente los huecos entre la línea de 4 Argentina, Guardado daría al menos una categórica primera parte que encaminara al equipo, y absolutamente nadie cometería el error de ser el más cercano a Messi, y darle espacio.
¿Qué sucedió? El equipo jugó a transiciones defensa ataque y la defensa argentina se comió a Vega y a Lozano en el intento, el equipo pocas veces fue capaz de tener posesiones largas e inteligentes. Al inicio del juego Argentina estaba imprecisa, y hasta le quitamos el balón en algunas salidas, pero siempre tuvimos a Hirving y a Vega imprecisos y las pérdidas argentinas acababan en nada. Por su parte, Gallardo y Kevin pasaron sin exhibir un sólo desborde de calidad en el juego, no tuvieron una sola pasada que diera profundidad, Herrera, lo de siempre, calidad técnica de élite, pero distracciones que cuestan goles, y, así, en general, todos fuimos testigos de un equipo tímido del que el rival poco a poco se iba reponiendo.
Luego vino el segundo tiempo, fiel reflejo de esta gestión.
De pronto Messi abandonaría el extremo derecho para jugar ese rol que los ingleses llaman 'Playmaker. Messi y Argentina saldrían la segunda mitad con muchísima intensidad y tocando de lado a lado para encerrar al equipo mexicano.
Luego vendría la estocada final en combinación con la pasividad del Tata: Scaloni sacaría a Guido Rodríguez por Enzo Fernández notando que la zona del medio centro defensivo estaba siendo completamente olvidada por México, y así, Argentina tendría la mayoría numérica que le permitiría a Messi encontrar el hueco del que aprovechó para deshacer un empate a 0 que lucía grande como un estadio. Justo cuando Martino estaba a punto de darle refresco al equipo con cambios, Messi descuenta y engrandece aún más la ya de por si fortalecida confianza argentina.
Quizá Martino pudo salir un poquito más alerta en la segunda mitad, re cambiar al contención fijo que era Herrera, y dar una respuesta al rol de Messi que ya se combinaba con la entrada de Enzo. Se notaba la superioridad Argentina súper distinta a la actitud del primer tiempo, olía a peligro, y Martino creyó que iba a tener el tiempo suficiente.
Luego vinieron los cambios, y entonces Martino pagó con creces la falta de gestión para tener a los mejores atacantes (Vela, Hernández, Zendejas, Lainez) para volver a apostar por Antuna y Alvarado, mismos que también volvieron a demostrar que están muy lejos de ayudar a cualquier equipo a remontarle a Argentina en un mundial.
El Tata apostó por el empate en lugar de tratar de cerrar el juego y salir vivo, pero era como ver un ejército con la más alta tecnología al ataque vs uno con lanzas y machetes. Ni cosquillas pudimos a hacerle al meta argentino.
Un paréntesis que en otra columna profundicaré:
Yo quisiera ver a Argentina viendo como Di María de pronto tiene un bajón de nivel, mientras al mismo tiempo Lautaro se lesiona gravemente y Messi no quiere ir a Selección, además, quisiera imaginarme a Scaloni sin llamar a Julián Álvarez y apostando por Benedetto o algún futbolista de la liga local en su lugar. Bueno, pues así México, en año y medio, vio el terrible bajón de nivel de Héctor Herrera, vio a Jiménez con el cráneo partido perdiendo toda la gran inercia positiva que llevaba si carrera, y vio como Martino se cruzaba de brazos aceptando, por distintos factores, que Vela, Hernandez y Zendejas no estén en Qatar, para tener que salir de las cuerdas con Antuna y Alvarado como armas. A México lo castigaron las circunstancias, y Martino fue demasiado pasivo, en su gestión, como en el inicio del segundo tiempo vs Argentina.
Así pues, México se prepara para el que podría ser el último juego de Martino. Con un lastre de 4 juegos de mundial (lo que equivale a una participación de selección mexicana completa) sin anotar gol. Con los críticos listos para la carroñería venidera, y con un equipo que, desde hace año y medio, está perdido de cara a portería. Poco hay por hacer, y, al menos, la esperanza del quinto juego hoy está por los suelos, esa ya tempranamente nos las han quitado y la deberemos guardar para dentro de 4 años. Hoy el equipo agoniza del que podría ser el fracaso más grande de los últimos tiempos.
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