Donald Trump ha sido elegido como el presidente número 45 de los Estados Unidos de América. Aunque era un resultado que de alguna manera se esperaba, no deja de sorprender al mundo por diversos factores. Los estadounidenses no solamente han negado la oportunidad a la primera mujer presidente, en su lugar, han escogido a su primer presidente con cargos criminales.
Esta frase tan trillada de “el pueblo tiene a los gobernantes que merece”, cobra sentido una vez más y podemos ver que no distingue entre países en desarrollo o los ya desarrollados, del mal llamado “primer mundo”. Los estadounidenses, una sociedad en decadencia, atrapada por el consumismo acelerado, altamente ignorante de lo que sucede fuera de su zona de confort y envenenada por problemas graves de salud mental y adicciones, tienen hoy como nuevo presidente a un sujeto con el que pueden identificarse en su mayoría.
No hay que darle tantas vueltas, las grandes ciudades, diversas e inclusivas se pintaron de azul en los comicios, mientras que las zonas rurales, de rojo. En las ciudades se vive una realidad diferente, multicultural y con valores de inclusión, en las ciudades están las grandes universidades, alejadas de las zonas rurales que no conocen la realidad económica y social que mueve los hilos de su propio país.
Vale la pena echar un ojo a los resultados. En los hombres y mujeres blancos, hubo un porcentaje de voto de cerca del 70% en ambos sexos a favor de los republicanos, mientras que en las personas afroamericanas el porcentaje fue entre el 80 y 90% a favor de los demócratas. La sociedad estadounidense no sólo está en decadencia, sino que está dividida.
El voto latino también fue sorpresa, pues los porcentajes oscilaron entre el 50 y 40% y esto en parte se explica por la cantidad de ellos que ya llevan muchos años en el país y han obtenido beneficios. Sin embargo, no hay que dejar de señalar que históricamente los latinos tienden a preferir a los demócratas y, aunque en esta elección siguió siendo así, la brecha se está cerrando.
¿Qué sigue? Una polarización incrementada, división dentro de un país con liderazgos cuestionados en la última década. Un estilo agresivo de establecer términos y relaciones. Una realidad adversa para los migrantes.
A unos días de haber ganado la elección, Trump ya ha declarado que declarará la guerra contra los carteles de la droga y los etiquetará como grupos terroristas. En el ámbito migratorio, varios programas de beneficio y alivio migrante están muy en duda y un par de ellos ya han sido cancelados.
Ojalá esta sea la llamada de emergencia que haga despertar a la política exterior mexicana y veamos que redoblan esfuerzos para proteger a nuestros connacionales en Estados Unidos y, sobre todo, la soberanía nacional.
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