Después de dos años de clases a distancia por causas de la pandemia por Covid-19, para el segundo semestre de este año que culmina, los estudiantes en México regresaron a clases presenciales y con ello es necesario analizar los retos que este fenómeno conlleva de manera sistémica en el desarrollo de las juventudes en edad escolar, considerando las desventajas y brechas significativas que existen en la educación en México previas a la pandemia.
Lo observado en la actualidad es que estas mismas brechas hoy se encuentran exacerbadas y afectan considerablemente más a las comunidades más vulnerables, donde las carencias en capacidad e infraestructura agravan las circunstancias. No sólo eso, hoy reinterpretamos la importancia de la salud mental y el impacto que tiene sobre las generaciones más jóvenes, donde se ha detectado que la mayoría han desarrollado afectaciones emocionales y cognitivas a causa del proceso de distanciamiento escolar.
Recientemente el INEGI dio a conocer la Encuesta Nacional sobre Permanencia en la Educación en donde, por ejemplo, el 33% de los encuestados entre 15 y 17 años reporta estar estresado y que el 27% se siente rebasado en este proceso de reincorporación a la vida académica, considerando los cerca de 367 mil jóvenes que no continuaron sus estudios.
Desafortunadamente, tuvo que haber ocurrido una pandemia para que en México se abriera la conversación sobre la salud mental y particularmente en el tema de la educación, el rol que juegan los papás, maestros y entorno en el desarrollo de la salud mental de los jóvenes en el país.
En cuanto al aprendizaje, a pesar de que aún no existe una evaluación por parte de la autoridad educativa federal, respecto al impacto sobre este rubro, pese a que se dijo que se había realizado una evaluación diagnóstica, cuyo reporte entregado a la ASF, se detectó que sólo participó menos del 4% de toda la matrícula en educación básica sin haber mayor rigor estadístico.
Son más de 32 millones de estudiantes y cerca de 2 millones de docentes los que han tenido que adaptarse a los nuevos retos entre los que destaca actualmente el ausentismo, se ha vuelto complejo conseguir que los jóvenes permanezcan en la escuela, primero por necesidad de apoyar al núcleo familiar y, en segundo lugar, como convencer al estudiante de que la escuela es importante en cuya cuestión es imprescindible reinterpretar la forma en la que se enseña en las escuelas.
El reto es mayúsculo y sin el apoyo de la sociedad civil y la academia será uno que no se podrá superar, de ahí que el trabajo conjunto multisectorial es hoy una necesidad más que una opción.
Azul Etcheverry Aranda
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