Es fundamental el estar convencidos de no caer en ser, nosotros mismo, el peor enemigo que tenemos y darle rienda suelta a nuestras tendencias a la autodestrucción, por medio de las debilidades, la tristeza, la decepción y los miedos.
Todo parte de aceptar que somos mortales y que el tiempo de vida, tiene un límite. Lo que implica ganar la batalla contra todos los malos hábitos y las personas tóxicas que nos llevan a perder el tiempo, que es lo más valioso que poseemos.
Los retos cotidianos, con todas sus dificultades, nos conducen a que tengamos los recursos necesarios para ganar la batalla a la incertidumbre, la falta de propósitos y el significado de nuestras vidas, que es tan común entre las personas deprimidas.
En el diario combate de la vida, tienes la opción de sucumbir al desaliento y el pesimismo, o dar tu mejor cara y sacar provecho de todo cuanto sucede. Y de ésta manera encontrarle un agradable sabor a la vida.
Para lograrlo tenemos que prepararnos bien, ese es el objetivo de éste artículo, conocer los aspectos esenciales para no terminar con una derrota tan importante.
Un primer punto, es mantener un sano equilibrio entre el mundo interno y el externo, encontrar la interacción correcta que permita considerar los dos aspectos. Si de por sí, la vida está en un constante cambio y nosotros con el tiempo y la edad vamos viendo las cosas de distinta manera. Con mayor razón, es muy importante saber adaptarnos a lo que va sucediendo con mucha fluidez y sin sobresaltos. Por ello, la habilidad de adaptarnos y fluir con la vida, es un punto fundamental al no crearnos batallas y desgastes inútiles al pasar los días, además de que ya de por sí la vida es compleja y difícil. Tener una estrategia definida para adaptarnos a los cambios internos y externos, como el envejecimiento y la situación financiera, por ejemplo.
La rigidez e inadaptabilidad es una garantía para quedar abatido ante los problemas. Entre más neguemos o intentemos evadir los cambios que van aconteciendo, menos capacidad de vivir con calidad.
Tan sólo pregúntate que tan dependiente eres a tu trabajo, a los bienes materiales, a tu familia y amigos y te darás cuenta del miedo inconsciente que tienes de perderlos, lo que te lleva a no soltar y adaptarte fortaleciendo más confianza y seguridad en ti mismo.
Por ello Schopenhauer escribió en su obra La sabiduría de la vida: "El hombre ordinario deposita su felicidad en cosas externas a él, sus propiedades, su nivel social, su esposa, sus hijos, sus amigos y en la aprobación de la sociedad; de tal manera que cuando las pierde o se decepciona la base de su felicidad se destruye" en pocas palabras su centro vital no está dentro de sí, y vive de deseo en deseo sin tener mayor estabilidad.
Al depender de las cosas o personas externas, somos frágiles y vulnerables a que cualquier crisis nos derrumbe. Una identidad edificada en lo que no está sujeto al propio dominio y control de sí mismo. Para disminuir el riesgo de una ruptura es importante cultivar el propio ser a base de virtudes, desarrollo de habilidades, fortalecimiento del carácter, incremento del conocimiento y la cultura y cualquier otro gusto y sentido personal, en vez de estar atado a los logros externos. Se trata de reafirmar una personalidad que parta del potencial interior y así poseer una peculiar manera de interactuar con el mundo.
Cuando la personalidad se construye a base de depender del mundo externo, es mucho más viable desarrollar ansiedad e incertidumbre. Se le van a tener a los cambios y a las pérdidas. En cambio cuando estas firme con tus logros internos es mucho más fácil disolver las amenazas y peligros que nos circundan. Con un fuerte sentido de seguridad interior, es mucho más fácil sortear todo tipo de cambios y adaptarnos a cualquier tipo de entorno.
Se trata de ser dueño de uno mismo y comprender los enormes límites que tenemos para no querer dominar a los demás.
La clave está en estar bien centrado en uno mismo, en tener muy clara nuestra misión y sentido de la vida, como muy acertadamente lo propuso Víctor Frankl. Cultivar uno o varios propósitos alcanzables y sujetos a la creatividad y crecimiento personal. Metas que nos mantengan entusiasmados, de ser posible que nos apasione, como pueden ser iniciar un negocio propio o participar en una noble causa altruista o cultural.
Los objetivos que quieras, pero que se conviertan en un desafío, en un reto que nos impulse a decidir y a realizar nuestros actos con determinación. En fin vivir con claros propósitos que nos mantengan firmes en nuestra lucha y no estemos viviendo una vida inestable aferrada a los propósitos de los demás. Se trata de expandir nuestras habilidades y destrezas, reafirmar nuestro carácter y sentir firmeza en todo aquello que realizamos.
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