Este domingo estamos entre los que se pasan de mochila y de los que ponen etiquetas y de los que manejan camionetas prestadas.
MOCHILA “OPERATIVO”
No crean que lo escribí mal, pero tal parece que el operativo “Mochila” se está dando al revés, algunos todavía no lo entienden.
Tenemos que regresar hace algunas décadas cuando comenzaban los ataques a jóvenes en el interior de las mismas escuelas, había apuñalados, heridos de bala, con lesiones de picahielo y pudieran sumarse otras cosas, incluso las drogas.
Ante todo esto, los diferentes niveles de gobierno pidieron, ¿cuál pidieron?, ordenaron que hicieran en todas las escuelas de Guanajuato el “operativo Mochila” para evitar que se dieran más agresiones en contra de los estudiantes, principalmente de secundaria.
Lo que sucedió fue un caos, los padres de familia se sintieron agredidos, tuvieron que entrar los derechos humanos, para que de un día para otro ya no se revisaran las mochilas de los estudiantes, a pesar de que sí encontraron de todo tipo de arma.
Fue entonces cuando dijeron que tenía que existir la participación de los padres de familia en todos los sentidos y que con eso las cosas cambiarían.
En el 2017, ahora de nueva cuenta con el apoyo de la SEG, Asociación de Padres de Familia, DIF y Seguridad Pública, se hizo el programa “Mochila Segura” con la misma intención de actuar ante la presencia de uso de armas o droga en el entorno escolar y atender y erradicar la violencia en el entorno escolar.
Estamos hablando seis años atrás, donde también encontraron armas y drogas, y se canalizaron los casos a las autoridades correspondientes, pero ¿qué pasó?, como siempre nada, pues de buenas a primeras por violentar los derechos de los estudiantes se quitó el operativo.
En el 2023, vamos de nuevo, dicen que se tiene que dar el Operativo Mochila, pero para que nadie se enoje tendrá que ser voluntario y siempre y cuando los mismos directores de las escuelas lo soliciten y los papás digan sí; se tiene que reconocer que se promovió a mediados del 2022.
Ahora, es porque menores de una primaria de la capital del estado, se intoxicaron con clonazepam, por el reto “el que se duerma al último gana” y eso alertó a las autoridades para que tuvieran una “gran idea” hacer un “operativo mochila”.
La Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG) informó que hasta el momento van 300 solicitudes de llevar a cabo el operativo entre estudiantes, pero déjeme contarle, que supuestamente no han encontrado absolutamente nada.
Pudiéramos enumerar los casos de jóvenes que se agreden e intoxican, pero está demás, pues si dicen que no se tiene nada, pues no se tiene nada, es más ni siquiera saben cómo fue la forma que llegaron las pastillas para dormir y prometieron no volverá a pasar.
La pregunta es, si tienen tantos operativos, porqué no hay resultados, o sí hay, pero nadie los ve o ¿cómo?
Los que sí pudieran reconocer es que por lo menos se trabajar en una preocupación de los guanajuatenses, esperemos que las autoridades no estén haciendo un reto y también se queden dormidos.
UN GUANAJUATO DROGADICTO
O por lo menos así tratan de dejar al estado por parte de la federación que trae en Guanajuato en la mira un día sí y al otro día también.
El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, puso al estado como la entidad donde más cristal se consume, según sus números y sus estadísticas, porque él siempre tiene otros datos.
Hay que tomar en cuenta que para sobrellevar el tema en Guanajuato tienen 5 millones de pesos como presupuesto de la federación, poco dinero, reconoció el secretario de salud, Daniel Díaz Martínez, que tiene que repartir en los 46 municipios y con los 6.6 millones de habitantes.
Lo que se tiene que hacer es bajar el consumo de cualquier sustancia, porque tampoco el estado está exento de que no hay gente que compre, distribuya y consuma.
El Estado está a la mitad de la tabla del consumo de cristal a nivel nacional, y poco tienen para trabajar de manera preventiva.
El tejido social pudiera decirse está roto, pues falta ver las estadísticas que hay en el estado por el consumo de cualquier droga que comienza en los menores desde los 9 años, antes en promedio era de 13.
Tampoco se puede negar lo que todos los días se ve, pero sí tendrían que llevar el tema de lado de la política de colores que en nada ayuda en el tema del consumo, que no podemos decir que sea mentira.
QUÉ MÁS PUEDO PEDIR
Tener una camioneta de más de un millón de pesos, comprada del erario, y que puedan presumir, qué más pueden pedir los diputados que han caído no solamente en una polémica, sino que su cinismo les hace creer que todavía se la merecen.
A principios de febrero se dio a conocer que el Congreso de Guanajuato compró tres camionetas nuevas para los integrantes de la Junta de Gobierno y Coordinación Política.
Los coordinadores del Partido Verde Ecologista, Gerardo Fernández; el del PRI, Alejandro Arias y Ernesto Millán de Morena, escogieron “camionetones” que hicieron vibrar hasta los que sí tienen para comprarse una.
Y es que como si fuera de su dinero, Gerardo Fernández de toda la gama de camionetas caras, escogió una Cheyene 2023 con un valor de un millón 180 mil pesos; Alejandro Arias pidió una Honda Pilot, lo mismo que Ernesto Millán de Morena, un poquito más austera (nótese el sarcasmo) con un costo de un millón 029 mil pesos cada una.
Después le rompieron el corazón a Ernesto Millán pues le aclararon que no era para él y que era a disposición del Grupo Parlamentario de Morena, según el Congreso, lo mismo con los otros vehículos serían para todos y no para los coordinadores, porque siempre entienden las noticias mal, o eso dijeron.
La intención es que se comportaran a la altura y dijeran que no, pero mueve más que les digan que “bonita camioneta” a que no robes al pueblo.
Tal parece que a los “pobres” diputados no les alcanza para tener un vehículo de lujo, por eso se comportan como niños cuando se encuentran un lápiz en el piso, que aunque sepan que no son de ellos se hacen los desentendidos y se lo llevan a la bolsa.
Aplicamos el que “es ladrón de casa, todo lo arrasa”.
Sin camioneta y de mochilazo yo me despido, nos vemos la próxima porque quien “no cae, resbala”.
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